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EL BOSQUE DEL VALLE DE POTRERO GRANDE

De la vegetación chilena, cerca del 46% es endémica. Éste alto nivel de endemismo, se debe al aislamiento geográfico del país, emplazado entre un océano al Oeste y una alta y larga cordillera al Este y, entre el desierto más árido del mundo al Norte hasta los fríos glaciares del extremo Sur: mientras sus interacciones ecosistémicas se limitan a las que se dan con Argentina al sur, y en el altiplano andino con Bolivia y Argentina.

 

El Valle del Estero Potrero Grande, se localiza en las coordenadas decimales de referencia 35°10′ Latitud Sur; 71°06′ Longitud Oeste, bajo un clima transicional del mediterráneo al templado.

 

Esta zona, se sitúa en dos formaciones vegetacionales donde las plantas más representativas son 45 especies entre árboles, arbustos, hierbas, trepadoras y helechos; de las cuales, 32 son endémicas de Chile. Es decir, el 71% de las especies representativas presentes en estos bosques, son originarias sólo de Chile. Endemismo que a veces comparte con Argentina en el Sur.

 

Otra característica de la vegetación chilena relacionada a su alto endemismo, son las especies monotípicas de su género y o familia; es decir, son únicas de ellas.

Entre las especies representativas de estas formaciones, cuatro especies y géneros son monotípicas. La especie Drimys winteri, Canelo, es única en su género y su género es el único de su familia. Es decir, es una especie que tiene género y familia propia. El Austrocedrus chilensis, Ciprés de la Cordillera, es único en su género; la Quillaja saponaria, Quillay, es monotípica de su familia y sólo hay dos especies del género Quillaja. El caso del roble es más particular: el género Nothofagus hoy tiene su propia familia, es decir, es monotípico de su familia. Antiguamente este género pertenecía a la familia Fagaceae, razón por la cual en algunos sitios, este género aparece en dicha familia. Pero se identificaron aspectos morfológicos y funcionales importantes en las especies de éste género, que no están en las otras especies de la familia Fagaceae. Razón por la cual se agregó el prefijo Nothus a Fagaceae para poner éste género en una familia propia. (Tellier).

 

La clasificación de las formaciones vegetacionales chilenas, corresponde a Gajardo en 1994, y a Luebert & Pliscoff, en 2011. El primero se concentró en las relaciones vegetacionales y los segundos a aspectos bioclimáticos de clasificación. El bosque del Valle Potrero Grande, se sitúa en dos formaciones, el Bosque caducifolio mediterráneo interior de Nothofagus oblicua y Cryptocarya alba, Hualle o Roble blanco y Peumo respectivamente y, el Bosque caducifolio mediterráneo andino de Nothofagus oblicua y Austrocedrus chilensis, Hualle o Roble blanco y Ciprés de la Cordillera respectivamente.

 

Corren paralelos en los valles interiores precordilleranos andinos; separados alrededor de los 900 o 950 msnm, donde hay cambios ambientales importantes en esta zona geográfica.

 

De estas dos formaciones, y pese a que ambas se clasifican como caducifolias, salvo el género Nothofagus, la mayor parte de las especies representativas presentes en ellas son esclerófilas. Pese a lo cual es esta especie caducifolia, la que domina el paisaje y da nombre a las dos grandes formaciones vegetacionales identificadas para esta zona geográfica. Son éstos árboles los que se denotan con sus naranjos en otoño, contrastando en color, forma y altura de las especies perennes presentes. Paisaje que puede disfrutar en el Valle de Potrero Grande.

 

La formación vegetacional Bosque caducifolio mediterráneo andino de Nothofagus oblicua y Austrocedrus chilensis, ocupa las partes altas de las laderas de la precordillera andina, desde los 900 msnm hasta el límite del bosque (Luebert & Pliscoff, en 2011) en la montaña, cerca de los 2.000 msnm en esta zona geográfica.

 

Esta formación cubre el territorio por la precordillera andina, desde la hoya hidrográfica del Río Tinguiririca, en la Región de O´Higgins al norte, hasta el valle del Río Bullilleo y la hoya hidrográfica del Río Longaví, en el límite sur de la Región del Maule.

 

En esta formación hay más especies propias de climas templados, dado que la influencia de las precipitaciones es mayor a mayor altura. (Luebert & Pliscoff, 2011). Por el contrario, en la otra formación hay mayor presencia de especies esclerófilas directamente relacionadas con el clima mediterráneo.

 

El Bosque caducifolio mediterráneo interior de Nothofagus oblicua y Cryptocarya alba, también comienza en la cuenca hidrográfica del Río Tinguiririca al norte, y al sur se cierra en la hoya del Río Maule, hasta el embalse Colbún; y ocupa una estrecha sección de las partes bajas de los valles de interior andino hasta aproximadamente los 900 msnm, donde comienza la otra formación boscosa.

 

En la formación compuesta por Nothofagus oblicua y Cryptocarya alba, domina el Roble, hay una alta cantidad de especies esclerófilas más propias del clima mediterráneo, con abundancia de Cryptocaria alba, Peumo, y Peumus boldus, Boldo. En los suelos degradados, la cobertura de esclerófilas sustituye totalmente el bosque caducifolio, Luebert & Pliscoff, 2011.

 

En el piso superior, donde domina el Nothofagus oblicua y el Austrocedrus chilensis, hay mayor cantidad de especies propias de climas templados, aunque se repiten especies esclerófilas del piso inferior. Con mayor presencia de Quillaja saponaria, Quillay, y Lithraea cauistica, Litre. Las especies Nothofagus oblicua y Aestrocedrus chilensis, alternan su dominancia según exposición de la ladera, Luebert & Pliscoff, 2011.

 

Esta mezcla de especies templadas y esclerófilas mediterráneas, se explica por el clima transicional que domina en esta zona geográfica; bajo el cual se desarrolla una vegetación preparada para largos periodos de sequía y altas temperaturas, y especies que requieren un régimen de constante precipitaciones, con baja tolerancia a la sequía. Estas especies dominan en la formación superior, la del Roble y Ciprés de la Cordillera, sobre los 900 msnm, donde las precipitaciones son más abundantes y la tala ha sido menor, por tanto han mayor retención del agua en el suelo.

 

Entonces, hay una cuestión mesoclimática, que determina el desarrollo de esta compleja combinación vegetacional.

 

La alta cobertura de vegetación esclerófila, y su capacidad de cubrimiento de suelos degradados, se debe a es un tipo de vegetación que tiene sus hojas preparadas para tolerar largos periodos de sequía y alto soleamiento, y este es un ambiente con un régimen de precipitaciones mayor que en los climas mediterráneos. De tal forma, la mayor oferta de agua libera a la planta de su estrés hídrico, y aumenta su potencial de desarrollo.

Cascada entre robles

Nothofagus spp., un Roble chileno.

Vista desde La Punta

Nothofagus sp., Roble

Mutissia subulata, Mutisia

Bosquete de olivillos. Aextoxicon punctatum

Vista del valle

Senderos en el bosque

BIBLIOGRAFÍA

Amigo, Flores. 2013. Catálogo de la flora vascular. Chile. Chloris chilensis.

Árboles Nativos de Chile. Fundación Huinay y Enersis Endesa.

Catálogo de plantas vasculaes de Chile. Universidad de Concepción.

Flores-Toro & Amigo. 2016. Flora de la cordillera de la Costa de la Región de Valparaíso, Chile.

Gajardo, R. 1994. La vegetación natural de chile. Clasificación y distribución geográfica. Chile. Editorial Universitaria.

Luebert, F; Pliscoff, P. 2019 (2° ed.) Sinopsis bioclimática y vegetacional de Chile. Chile. Editorial Universitaria.

Tellier S. Marticorena A., Niemeyer M. 2011. Flora Andina de Santiago. Chile.

Tellier, S. Curso de Botánica Sistemática. Universidad Central de Chile. Chile. Chloris chilensis


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